Desde el Curso Tarbell por correspondencia originario (1926) hasta los volúmenes encuadernados de Louis Tannen (1941 en adelante), los aprendices de brujo han encontrado en los textos y dibujos de Tarbell una base sólida sobre la que construir tanto una carrera profesional como un hobby muy importante. En el Volumen VII, que contenía material en su mayoría moderno, los lectores atentos encontrarán incluso una de mis creaciones personales. No recuerdo haber hecho un examen especialmente bueno, pero sí que me emocionó figurar en el Curso Tarbell de Magia.
Y ahora Richard Kaufman (a partir de las investigaciones de Steve Burton) ha aceptado el encargo de reunir todo el material de Tarbell restante, y lo ha hecho de forma admirable. Sería un error pensar que este material se dejó de lado en los primeros volúmenes por considerarlo flojo o anticuado. Aquí vas a encontrar el predecesor del efecto en el que el mago dibuja una baraja en una hoja grande de papel y una carta emerge de dicha baraja (efecto que yo he presentado tanto en mis actuaciones en directo como en los especiales para televisión). Entre las páginas de este libro hallarás material práctico para elaborar un sinfín de programas diferentes.
Y ¿cuántos magos de hoy en día van a descubrir en los escritos de Harlan Tarbell los «clásicos», juegos inmortales como el cuenco inagotable, los bambúes chinos, el agua y el vino, las botellas pasa-pasa, el jarrón de salvado, la cazuela del conejo, el escape de la cadena siberiana, incluso el venerable «Bote de Foo»?
Hay sesiones espiritistas y ataduras con cuerdas, un juego de cuatro Ases que ha superado la prueba del tiempo, y al menos dos métodos para marcar cartas secretamente que continúan engañando a los magos más avezados. Instrucciones completas para construir un velador con trampas de cámara negra, así como la desaparición de palomas de Thayer, que ponen a prueba tus dotes en el banco de trabajo. Y como final, unas cuantas ilusiones y entremeses para representar mientras el público espera al mago de escena, incluida la versión moderna de la cabina para el juego «Entes que perturban la noche».
David Copperfield
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